Todo lo que pones en el plato tiene un significado. No sólo a nivel nutricional, sino también emocional.

Cocinar, elegir, comer… no son actos neutros. Forman parte de tu vida, de tu momento, de lo que necesitas o de lo que estás evitando.

No se trata de hacerlo perfecto. Se trata de hacerlo consciente.

Hay días que comes rápido, porque todo va demasiado rápido. Días que no tienes hambre o que querrías comer sin cesar. Días que cocinas con calma y amor. Y todos estos días cuentan algo de ti.

Tu plato puede hablar de estrés, alegría, vacío o equilibrio. Y no hace falta juzgarlo. Sólo observarlo.

Cuando te paras a mirar cómo comes, sin exigencia, comienzas a entenderte mejor. No porque la comida sea la respuesta, sino porque a menudo es un espejo.

Así que si hoy quieres empezar a cuidarte, no es necesario hacer dieta ni seguir ningún plan estricto. Empieza por hacer algo: mira tu plato con curiosidad, no con culpa.

Quizás descubrirás que, más allá del alimento, hay un mensaje que te habla. Y que escucharle es una forma preciosa de empezar a cuidarte de verdad.

¿Te has sentido reflejada? Sígueme en Instagram o suscríbete al blog para recibir más reflexiones como ésta, y caminamos juntas hacia una alimentación con mayor sentido y presencia.